Por: Eligio Palacio Roldán
Foto: Web/ Seleccionadas para pintar el texto
Como bajo y ruin es calificado por estos
días el periodismo colombiano; está prostituido diría yo. Prueba de ello
es la divulgación del video, de cerca de 8 minutos, en el que se
muestra la conversación intima entre el entonces senador Carlos Ferro y
el, por esos días, cadete de la Policía Anyelo Palacio. Conversación que
claramente buscaba tener pruebas en contra del congresista, para un
posible chantaje.
Define La Real Academia de la Lengua Española prostitución como “Acción y efecto de prostituir” y prostituir como “Deshonrar o degradar algo o a alguien abusando con bajeza de ellos para obtener un beneficio”.
El abuso con bajeza está en quien grabó
el video para usarlo con fines sombríos y en la periodista que sin
escrúpulos lo difundió, para ganar una pelea casada con la Policía
Nacional. A ella no le importó la historia de los hombres, ni sus
familias, ni la sociedad misma. Entonces uno se pregunta: ¿Dónde está la
responsabilidad social del periodismo?, ¿Dónde la ética?, ¿Dónd
e el
autocontrol?, ¿hasta dónde va la sed de venganza o el miedo?
Ahora todos se asustan, todos le echan la
culpa al FaceBook, al twitter, a las cámaras digitales, al celular, a
las nuevas tecnologías. No, la culpa está en los seres humanos que las
utilizan para dañar, para destruir, para “abusar con bajeza para obtener
un beneficio” sea monetario o en las escalas de poder.
Obviamente, Vicky Dávila es el chivo
expiatorio. Ahora todos nos rasgamos al vestiduras pero consumimos con
furor los medios “amarillistas”, los medios prostituidos: los noticieros
de televisión, Caracol y RCN, que son espacios llenos de carroña, de
miserias y restos humanos y qué decir de Séptimo Día y del esperpento
que presentaron el domingo pasado en RCN sobre los espantos; igual
sucede con los diarios de éxito como Qhubo y que no decir de la radio,
donde los periodistas son unos pequeños dioses que absuelven y castigan
según sus conveniencias
Con el consumo de información ha pasado
algo bien particular: nos encanta saber la vida íntima de los demás,
pero nos indigna que se metan con la de nosotros o con la de nuestras
familias porque, entonces, estaremos dispuestos a “matar y a comer del muerto”.
La historia del video de marras es bien
diciente por su utilización como herramienta de guerra sin escrúpulos;
pero también por el uso de las redes sociales para luchar, sin armas,
contra los que abusan del poder; en estos dos casos, desafortunadamente
la protagonista fue una periodista.
ANTES DEL FIN
En estos tiempos de meternos hasta en la
vida íntima de los demás, vale recordar al canción del maestro Alberto
Cortez, Los Demás:
“Nos creemos selectos entre todos los
demás; seres “pluscuamperfectos”, con respecto a los demás. Olvidamos
que somos, los demás de los demás; que tenemos el lomo como todos los
demás”
El General Palomino y Vicky Dávila dejan
sus cargos por la prostitución. El primero prostituyó la Policía
Nacional, la segunda el periodismo.
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