Autor: Andrés J. Rendón C
No se debería eliminar la reelección. Ésta no constituye
desequilibrio alguno de poderes, como sí lo hace el abuso que hizo
Santos del presupuesto con los cupos indicativos, práctica que él
revivió siendo Ministro de Hacienda de Pastrana. La reelección es de las
pocas oportunidades que tienen los ciudadanos en Colombia para pedirle
cuentas a quienes ya tuvieron la oportunidad de Gobernar. Antes que
acabarla, se debe ampliar a la selección de Alcaldes y Gobernadores.
El
Gobierno ha estigmatizado irónicamente la reelección y la hace ver como
el coco, pero el desafío está en implementar otras reformas
institucionales, donde aparece como una de las más importantes la
electoral.
El nuevo Congreso ilusiona a los soñadores, me
incluyo, con la esperanza siquiera de debatir varias reformas pendientes
en Colombia. Aparentemente, este Parlamento tendrá la obligación de
actuar con disciplina y en bancada, lo cual podría favorecer la oleada
reformista que el país necesita. Aunque son muchas las iniciativas,
enumero en esta ocasión unas cuantas institucionales.
Se requiere
una reforma política que le dé el gusto a los Colombianos de contar en
esta actividad con más líderes comprometidos con el bien común y menos
políticos negociantes de intereses particulares. Para esto, en mi
criterio, será necesario implementar un régimen semiparlamentario así
como un Congreso Unicameral.
Es importante destacar que la
evidencia empírica internacional, al estudiar cuál régimen favorece más
el desarrollo, ha encontrado que los sistemas de gobierno parlamentarios
o semiparlamentarios, por ser más democráticos, facilitan más que los
presidencialistas la consecución de bienestar.
En Colombia, la
crítica a un cambio de régimen ha estado asociada a la debilidad de los
partidos políticos. Sin embargo, como en su momento lo afirmara el Ex
Presidente Alfonso López Michelsen, esta es la discusión del huevo y la
gallina. Es probable que sea precisamente un régimen semiparlamentario
lo que requiera la democracia colombiana para tener partidos fuertes.
La implementación de un régimen semiparlamentario debería asociarse con
un Congreso Unicameral. El esquema bicameral colombiano no hace sentido
alguno. Tanto Cámara como Senado tienen las mismas funciones y sólo
difieren en número y en el origen de su elección. También comparten el
mal ejercicio de representación que hacen de los electores, pues en sus
circunscripciones, representan a todos y a nadie a la vez. Esto último
obliga a pensar, además, en la forma en que elegimos a los miembros de
las Corporaciones Públicas.
Será útil transitar hacia una forma de
elección mixta, como lo ha impulsado Sudarsky, que combine el actual
sistema proporcional con uno de mayorías. Así, buena parte de los
miembros del Congreso, las Asambleas y los Concejos representarían a un
número específico de ciudadanos, fortaleciendo la rendición de cuentas y
transparentando la política.
De otro lado, es preciso que estas
reformas lleguen también a los demás niveles de gobierno, Departamentos y
Municipios. Los gobiernos en unos y otros deberían conformarse fruto de
las mayorías logradas en las respectivas Corporaciones Públicas. Éstas,
a su vez, habrían de ser elegidas bajo la modalidad mixta,
fortaleciendo el papel de la representación y la rendición de cuentas.
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