Cara y sello

No se debería eliminar la reelección. Ésta no constituye desequilibrio alguno de poderes, como sí lo hace el abuso que hizo Santos del presupuesto con los cupos indicativos, práctica que él revivió siendo Ministro de Hacienda de Pastrana. La reelección es de las pocas oportunidades que tienen los ciudadanos en Colombia para pedirle cuentas a quienes ya tuvieron la oportunidad de Gobernar. Antes que acabarla, se debe ampliar a la selección de Alcaldes y Gobernadores. 

El Gobierno ha estigmatizado irónicamente la reelección y la hace ver como el coco, pero el desafío está en implementar otras reformas institucionales, donde aparece como una de las más importantes la electoral.

El nuevo Congreso ilusiona a los soñadores, me incluyo, con la esperanza siquiera de debatir varias reformas pendientes en Colombia. Aparentemente, este Parlamento tendrá la obligación de actuar con disciplina y en bancada, lo cual podría favorecer la oleada reformista que el país necesita. Aunque son muchas las iniciativas, enumero en esta ocasión unas cuantas institucionales.

Se requiere una reforma política que le dé el gusto a los Colombianos de contar en esta actividad con más líderes comprometidos con el bien común y menos políticos negociantes de intereses particulares. Para esto, en mi criterio, será necesario implementar un régimen semiparlamentario así como un Congreso Unicameral.

Es importante destacar que la evidencia empírica internacional, al estudiar cuál régimen favorece más el desarrollo, ha encontrado que los sistemas de gobierno parlamentarios o semiparlamentarios, por ser más democráticos, facilitan más que los presidencialistas la consecución de bienestar.

En Colombia, la crítica a un cambio de régimen ha estado asociada a la debilidad de los partidos políticos. Sin embargo, como en su momento lo afirmara el Ex Presidente Alfonso López Michelsen, esta es la discusión del huevo y la gallina. Es probable que sea precisamente un régimen semiparlamentario lo que requiera la democracia colombiana para tener partidos fuertes.

La implementación de un régimen semiparlamentario debería asociarse con un Congreso Unicameral. El esquema bicameral colombiano no hace sentido alguno. Tanto Cámara como Senado tienen las mismas funciones y sólo difieren en número y en el origen de su elección. También comparten el mal ejercicio de representación que hacen de los electores, pues en sus circunscripciones, representan a todos y a nadie a la vez. Esto último obliga a pensar, además, en la forma en que elegimos a los miembros de las Corporaciones Públicas.

Será útil transitar hacia una forma de elección mixta, como lo ha impulsado Sudarsky, que combine el actual sistema proporcional con uno de mayorías. Así, buena parte de los miembros del Congreso, las Asambleas y los Concejos representarían a un número específico de ciudadanos, fortaleciendo la rendición de cuentas y transparentando la política.

De otro lado, es preciso que estas reformas lleguen también a los demás niveles de gobierno, Departamentos y Municipios. Los gobiernos en unos y otros deberían conformarse fruto de las mayorías logradas en las respectivas Corporaciones Públicas. Éstas, a su vez, habrían de ser elegidas bajo la modalidad mixta, fortaleciendo el papel de la representación y la rendición de cuentas.

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