Noches de pasión con Juan David Arango


Últimamente no vengo mucho por esta red social, que he mantenido cerrada durante meses en mi afán por vivir más en la vida real que en la virtual. Sin embargo, el mundo moderno está hecho también de esto y por eso hoy decidí volver a mi FB para agradecer a todas esas personas que se empeñaron en hacerme llegar su cariño, sus palabras y sus abrazos por otros medios, a raíz de la partida inesperada de mi querido Juan David Arango. 

Mi dolor, no es ni de lejos el de su familia, el de sus padres, su hermano y sus sobrinos, a quienes quisiera cobijar con un abrazo lleno de cariño. Pero sin duda, el mío también es dolor. Durante más de año, todas las noches en el set de noticias, Juan David y yo fuimos una pareja perfecta, sincronizada y feliz y guardo los mejores recuerdos de aquéllos días. Alguna vez escuché historias de presentadores que se odiaban detrás de cámaras, que competían malamente y se ponían zancadilla. Nuestro caso -para mi gran alegría- era justo el contrario.

 Desde el primer instante Juan David se mostró como un caballero perfecto y encantador. Un hombre que combinaba con gusto exquisito sus camisas y corbatas, que llegaba siempre puntual, muy profesional y enterado de todo. Pero más allá de eso fue un colega incondicional que me mimó y me protegió en cada momento. 

Que me esperó cada noche en el set con un vaso de agua o con un té de guaraná, cuando me veía agotada. En esos segundos antes de empezar el noticiero, cuando uno siente un pavor que le recorre las venas, yo miraba a mi compañero de set y encontraba en él una sonrisa y un guiño de sus ojos sinceros, deseándome suerte y prometiéndome que todo iba a salir bien.

 Fue mi cómplice, me ayudó a sortear los nervios cuando la emisión se ponía cuesta arriba. Me felicitó cada vez que acertaba y me abrazó en los momentos duros, restándole importancia a mis equivocaciones en esos días en que presentar noticias es un reto que enfrentas con un nudo en el estómago.

En el set y fuera de él, fuimos amigos, nos reímos a carcajadas, nos contamos la vida. Entre noticia y noticia, me enseñaba fotos de Beto y Enrique, sus gatos adoptados. Fue dulce y encantador con mis hijos y mi esposo cuando me acompañaban al Canal o cuando venía a nuestra casa y por eso, esta familia mía se siente hoy adolorida y desconcertada. 

Sin embargo, Javier, Cristian, Antonia y yo, nos hemos empeñado en recordar a Juan David con alegría y cariño, sin hacernos preguntas y con gratitud por esos momentos en los que fue tan hermoso como ser humano con nosotros. Hoy en mi casa hay una vela encendida por él, por su paz, porque su vuelo sideral sea maravilloso. Queremos con este gesto, devolverle un poco de esa luz suya que nos regaló tan generosamente.

 La última vez que hablamos me prometió una visita a Sevilla... Otra vez será, mi querido Juan. En otra vida seguramente, porque estoy convencida de que hay otra vida. Quizás, otras vidas. Creo firmemente que este camino nuestro es más largo de lo que sospechamos. Y ese es mi consuelo.

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