Navidad y agosto para la prensa

 Periodistas que se arrodillan, que anticipan cada pregunta con un doctor en un tono de una pasmosa sumisión, que piensan más en la pauta que en la información que van a transmitir y que vieron en este oficio la oportunidad de negocio para ganarse la vida con la lengua y un poco de reportería,  en este caso serían los maestros de la lagartería. Esto es a lo que denominamos como periodismo de estómago. 

Ya no tienen dignidad, ni les interesa tenerla porque si donde está la noticia no hay patrocinio, no estará el sujeto. Lo más fácil es decir:  ¡ahhh es que como allá no hay pauta ¿para qué voy a ir? A menos de que haya un desayuno, lo más sorprendente es que ese es el anzuelo de los comunicadores para atrapar a los peces, que en este gremio son flacos.

El amor al periodismo, al profesionalismo o al don de escudriñar en busca de la verdad a costa de sacrificar placeres, dinero y comodidad quedó relegado en Antioquia, sobre todo, si de los personajes de radio hablamos, que como cosa rara, tienen al gremio con la reputación más baja y el estigma de que al periodista con un buen refrigerio se transa. 

Una pobreza es muy dura, nadie sabe qué necesidades tenga el otro y cuando las obligaciones apremian el hombre agacha la cabeza. Pero aquí migraron los rapaces que ‘sobremueren’ con las migajas que les dan desde las administraciones, van en bandada como unos 20 pisoteando todo, comiendo lo que se encuentran y pidiendo pauta para intentar pagar la renta.

Periodismo de estómago

El modus operandi es simple: ser un mercachifle. La parte más dura, y no lo niego, es vender la patria ¿Cómo? Con el rabo entre las patas mendigando patrocinio a los concejales, a los diputados, a la Alcaldía, a la Gobernación o a cualquier entidad pública que los sostenga para que la información sea manipulada y pase por el filtro del que te moldeará la ética. Es una bajeza moral- sin yo ser moralista- ser un títere de la información es engañar a la sociedad, y si se es capaz de enriquecerse mofando al pueblo quién sabe de cuántas cosas más.

Por eso esta es una carta abierta al ciudadano para estar alerta y con todos los sentidos despiertos para no admitir la información tal cual llega de los medios, hay que analizarla, tiene que pasar por un proceso de decantamiento.  Si El Espectador está a favor de un candidato liberal, La Patria estará a favor del conservador. Si Semana tiene una guerra declarada contra el Centro democrático, El Colombiano que es el contrapeso la emprenderá contra la vertiente santista. Se viene una época de elecciones y una agenda cargada de contradicciones, la imparcialidad de la información de pende del ojo crítico del lector,  y por supuesto, en la pluralidad de las noticias es donde únicamente encontrará la verdad.

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