Periodistas que se arrodillan, que anticipan cada pregunta
con un doctor en un tono de una pasmosa sumisión, que piensan más en la pauta
que en la información que van a transmitir y que vieron en este oficio la
oportunidad de negocio para ganarse la vida con la lengua y un poco de
reportería, en este caso serían los
maestros de la lagartería. Esto es a lo que denominamos como periodismo de
estómago.
Ya no tienen dignidad, ni les interesa tenerla porque si
donde está la noticia no hay patrocinio, no estará el sujeto. Lo más fácil es
decir: ¡ahhh es que como allá no hay
pauta ¿para qué voy a ir? A menos de que haya un desayuno, lo más sorprendente
es que ese es el anzuelo de los comunicadores para atrapar a los peces, que en
este gremio son flacos.
El amor al periodismo, al profesionalismo o al don de
escudriñar en busca de la verdad a costa de sacrificar placeres, dinero y
comodidad quedó relegado en Antioquia, sobre todo, si de los personajes de
radio hablamos, que como cosa rara, tienen al gremio con la reputación más baja
y el estigma de que al periodista con un buen refrigerio se transa.
Una pobreza es muy dura, nadie sabe qué necesidades tenga el
otro y cuando las obligaciones apremian el hombre agacha la cabeza. Pero aquí
migraron los rapaces que ‘sobremueren’ con las migajas que les dan desde las
administraciones, van en bandada como unos 20 pisoteando todo, comiendo lo que
se encuentran y pidiendo pauta para intentar pagar la renta.
El modus operandi es simple: ser un mercachifle. La parte
más dura, y no lo niego, es vender la patria ¿Cómo? Con el rabo entre las patas
mendigando patrocinio a los concejales, a los diputados, a la Alcaldía, a la
Gobernación o a cualquier entidad pública que los sostenga para que la
información sea manipulada y pase por el filtro del que te moldeará la ética.
Es una bajeza moral- sin yo ser moralista- ser un títere de la información es
engañar a la sociedad, y si se es capaz de enriquecerse mofando al pueblo quién
sabe de cuántas cosas más.
Por eso esta es una carta abierta al ciudadano para estar
alerta y con todos los sentidos despiertos para no admitir la información tal
cual llega de los medios, hay que analizarla, tiene que pasar por un proceso de
decantamiento. Si El Espectador está a
favor de un candidato liberal, La Patria estará a favor del conservador. Si
Semana tiene una guerra declarada contra el Centro democrático, El Colombiano
que es el contrapeso la emprenderá contra la vertiente santista. Se viene una
época de elecciones y una agenda cargada de contradicciones, la imparcialidad
de la información de pende del ojo crítico del lector, y por supuesto, en la pluralidad de las
noticias es donde únicamente encontrará la verdad.
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