Por: Andrés Calle Noreña
Con contadas y honrosas excepciones, y fuera del área vecina de Medellín,
los pueblos los convertimos en paseaderos, parrandeaderos de mafiosos y
basureros. No dejamos ni dormir a los lugareños y esta bobada la llamamos
fiesta, turismo, novelería.
¿Dónde están las empresas, los trabajos culturales, las ONG en los pueblos
perdidos? Sí, hay algunas obras de mostrar. Todos o casi todos tenemos raíces
en los pueblos, o nos levantamos allá. Con lo que
nos sobra de las casas y apartamentos (cada vez más pequeños), los libros, con
ser mínimamente generosos, con dar algo del tiempo, tendríamos magníficos
proyectos.
Foto: Mauricio Vélez
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Sí, en el mejor de los casos podemos ser asistencialistas, tener obras de caridad, pero nada que realmente transforme las mentalidades, la precariedad, el atraso. Tenemos que esperar a que lleguen las grandes obras de infraestructura o las tragedias sociales, para que nos decidamos a actuar.
¿Cuántos son los municipios antioqueños? ¿Quién, por gusto y no por trabajo, ha recorrido una veintena de éstos a más 100 kms de Medellín? Hoy es Salgar y mañana será otro pueblito el que aparezca en primera plana. Si no cambiamos la cultura, la manera de concebir el desarrollo, la economía y la política, pensaremos que lo mejor que hay es Medellín y que todavía nos faltan centros comerciales para inaugurar y para ir a gastar y a dejarnos ver.
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