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Escribo estas líneas aunque sé que las ignorará. Y lo hará porque para
usted y toda su familia lo que huela a Marcelo es rencor y rabia. Es
doloroso que usted se siga burlando públicamente de los ciudadanos de
Medellín, de los que no caminamos bajo su sombra protectora (su círculo
directo, incluyendo su familia), de los que no tienen un ramillete de
escoltas que protejan su integridad y desprotejan la de ellos. Usted, a
quien no soy capaz de llamar alcalde, porque siento que es la mentira
más grande que le ha ocurrido a esta ciudad, le dirijo mis letras,
cargadas de tristeza, de impotencia y de vergüenza.
En Medellín ya no
vivimos, sobrevivimos, y lo hacemos porque usted como comandante supremo
de las Fuerzas Militares, en compañía del actual "comandante" José
Ángel Mendoza, pretenden demostrarle al mundo que Medellín es un hogar
para la vida. Que la inseguridad no está desbordada porque las cifras
dicen lo contrario. No se diga mentiras, no intente que todos sus
compañeros de trabajo las digan a la ciudad. Muchos periodistas sabemos
que las cifras que por años han presentado sobre muertes violentas, no
son reales. Unas dicen ustedes, otras dicen en la Policía, otras en
Personería, y otras en Medicina Legal.
Recuerde el dicho de las abuelas y
madres: 'no intente tapar el sol con la yema de los dedos'. No crea que
la seguridad y la tranquilidad de los habitantes se compra con premios
ganados en internet, rebuscados en el extranjero y hasta inventados.
Ahora resulta que Medellín tiene otro galardón, el Premio Ciudad
Sostenible del Planeta, y con esa noticia usted se riega en twitter e
intenta desubicar la atención de muchos. Creo que los únicos que
replican todos sus tuis positivos para Medellín, son los funcionarios de
la Alcaldía, que supongo que al igual que en la empresa de su padre, el
Periódico El Mundo, deben hacerlo casi de carácter obligatorio, y así
no correr el riesgo de ser despedidos.
Me da tristeza es como mis
colegas, los que trabajan para los diferentes despachos de su
administración, le mienten a la ciudad con fotos de we love Medellín,
como si amando más de lo que amamos esta ciudad, la inseguridad, el
crimen y las injusticias fueran a parar. Mientras usted y sus
funcionarios cacarean por el twitter de los premios, en sus noticias
Telemedellín Aquí te Ves y en todos los programas que tiene a su
disposición, le dan la suficiente relevancia al premio, ignoran que hoy
murió otro inocente por culpa del fleteo que usted y nuestra policía no
han sido capaz de controlar.
Ahí le demostraron a su "comandante"
Mendoza que los delincuentes no están tan pobres y atracan con armas que
no producen miedo, sino muerte. Imagino cuántas columnas aparecerán a
su favor y a favor de los premios de los cuales usted se siente tan
orgulloso. Nombres importantes y respetables en el tema periodístico, lo
ensalzan y ensalzan su Medellín todos por la vida, pero a esa vida le
apostamos muchos, y usted no está incluido. Porque su objetivo no es un
hogar para la vida, sino la espalda a la vida.
La cara tapada a la
tragedia. Medellín duele, y duele mucho, porque la amamos, no
necesitamos que usted se gaste millones en publicidad para invitarnos a
amar la ciudad que sentimos, la que recorremos día a día, y que le
repito, usted no conoce, no siente, no huele, no escudriña. Su ciudad es
muy pequeña y no conoce de necesidades. Nuestra ciudad es inmensa y con
los problemas de desigualdad más enormes, que usted ignora por vivir en
su burbuja.
Por andar en sus vacaciones, en sus lobbys por el mundo.
Medellín está acá, a muy pocos pasos suyos. Pero los ventanales de su
oficina no se lo permiten ver, desde el piso 12 se nubla la ciudad para
usted, y desde su camioneta blindada se oscurece Medellín para usted. Su
luz está en el barrio El Campestre, en la isla de Barú y quién sabe en
cuántos sitios más. Esta ciudad no se me olvida, se la presentó Sergio
Fajardo, porque él sí la conoce, conoce sus esquinas, sus rincones, sus
baldíos, sus invasiones. Él si la ha recorrido. Medellín hoy es una
huérfana de gobierno, pero no de amor. Nosotros, los que no tenemos
poder. Los que no escribimos columnas en la ventana política y maltrecha
de su padre, los que tenemos cerradas las puertas en su canal privado.
Los que no comulgamos con sus mentiras, somos los que vivimos día a día y
noche a noche Medellín. No son sus secretarios, muchos ahí por la
burocracia. No es usted que se levanta y se acuesta con escoltas. No es
usted que no hace la fila en un paradero en Bolívar, Téjelo, La
Minorista o la Oriental para subir a un bus. No es usted que no compra
un tiquete de metro. No es usted que no llega en bicicleta. No es usted
porque su poder, su arrogancia (lo supe en el 2005 en la Gobernación,
donde pocos lo quisieron por ser tan diferente a su hermano Guillermo),
su elitismo, no le permiten mirar de tú a tú, al vecino de Blanquizal,
de Santo Domingo Savio, de El Playón, del Picacho, de barrio Antioquia.
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