Autor: Juan
José
El fin de semana por la tarde resulté golpeado por la tiranía del sistema en una operadora de celulares en Los Molinos, Medellín. Por varios motivos no pudieron convalidar mi identidad, pese a que presenté mi cédula de ciudadanía, aunque 24 horas antes sí había podido hacer ahí mismo una transacción, simplísima, baratísima, además. Resulta que no ser convalidada la identidad lo convierte a uno en sospechoso de fraude.
Expuse todos mis argumentos: Ahí está mi cédula, soy cliente de esta empresa desde cuando la fundaron como Ola, nunca me he colgado ni por un día, revisen todos mis antecedentes, averigüen todo lo que quieran de mí, dense cuenta de que nada menos ayer, a esta misma hora, sí pudieron convalidar mi identidad aquí mismo, en el puesto de al lado, etc. ¡Nada había por hacer! “Quéjese al numeral x” o a la Superintendencia de Industria y Comercio.
Estuve calmado hasta el último minuto, cuando ya, con rabia, con indignación, comprendí que era imposible convencer a unos empleados que cumplen órdenes a rajatabla, que a su vez son vasallos de la tiranía del sistema, en una empresa que debería tener a alguien sensato, capaz de tomar decisiones, de impedir que se me maltratara como cliente y como ciudadano y de permitir una simple transacción de $ 21.000.
Estoy pensando cambiarme de empresa, después de tantos años, porque no encuentro correspondencia con la confianza que yo le he depositado. ¡No hay derecho a que estemos siendo gobernados por un sistema informático tiránico, absurdo, ultrajante, ridículo!
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